JórbuJ!: diciembre 2013

En Hameln los días lluviosos son la norma. Para un coruñés no es algo ajeno, sino un componente más de lo cotidiano. Hace un par de días, después de reregularizar unos cuantos papeles en el Rathaus (ayuntamiento) pude darme un largo paseo embadurnado de agua, piedra e historia.

Amaneciendo en Bäckerstraße

Bäckerstraße y Österstraße son esas calles que definen tu pueblo o tu ciudad. Algo así como la Calle Real / Riego de Agua en A Coruña pero mucho más amplias y extensas (¡bien!) aunque sin el olor a sal ni María Pita al fondo (¡buuuuh!). A cada lado vas dejando atrás comercios, cafeterías, restaurantes y callejuelas, sobre todo callejuelas. Perderse por ellas es una virtud y, haciendo honor a mi despiste, me aplico a ello siempre que puedo. Como en todas las calles que dejan huella, al final de ambas se encuentra el lugar más famoso de la zona, la iglesia de San Nikolai, alrededor del cual se esparce como puede el Weihnachsmarkt.

Fábrica de luces navideñas (o el edificio del periódico local, vaya usted a saber)

Siempre pensé que los lugares sin mar me decepcionarían, pero Hameln suple la falta de sal con lluvia y piedra. El toque final que acaba de darle ese encanto irreal es la iluminación. De todos los sitios que he visitado este es, sin duda, al que mejor tratan sus luces, tanto de frente como de perfil. Y es que los focos, las farolas y las velas nocturnas de Hameln están preparados para apuntar al lugar indicado.